Lo que le ha ocurrido a Sorensen es posible porque él tenía
los nervios del brazo, a los cuales esta mano está conectada, intactos.
Estos nervios siguen enviando la información al córtex
cerebral. Aunque los más complicado es la respuesta. Hay que convertir la
tensión que genera la mano robótica en pequeñas corrientes eléctricas y estas a
su vez convertirlas en un impulso que nos nervios puedan interpretar.
Esta mano ha sido desarrollada por los científicos del BioRObotics
Institute de Pisa, de la École Polytechnique Federal de Lausana y otros centros
europeos. Aún esperan que puedan seguir avanzando en este tipo de tecnología para
poder crear brazos robóticos que puedan realizar movimientos más precisos y
conseguir otras sensaciones como la temperatura.
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